Parte del edificio tardorrománico de la ermita de San Valero se levanta sobre un podium de respetables proporciones que no corresponde con el estilo ni la fecha de la iglesia.
La ermita se construyó aprovechando materiales de épocas anteriores, la mayoría romanos. De la época más antigua subsisten el podium y dos muros, el septentrional y parte del oriental, todo en perfecta obra de cantería. El podium está formado por cuatro hiladas de sillares en su parte oriental y casi toda la septentrional, reduciéndose a tres en su extremo noroccidental. La hilada superior, sobre la que descansa el muro, presenta una moldura compuesta por dos rebajes en ángulo recto y una doble inflexión formada por dos boceles separados por una escocia.
El edificio original tuvo unas dimensiones de 8,15 por 6,40 metros y la altura total de los muros debió ser más o menos la altura actual de la iglesia. Probablemente se tratara de un templo “in antis” cuya fachada orientada al oeste iría provista con dos columnas. La cubierta debió ser de tejado a doble vertiente con frontón. El mausoleo romano sería construido en el siglo I d. C. y su finalidad debió de ser la de servir de tumba a algún rico latifundista romano de la comarca.
Otros vestigios pertenecientes a época romana son la existencia de un par de tambores de columna y de dos capiteles en los aledaños de la ermita que pudieron pertenecer al monumento.
La ermita de San Valero no tiene la orientación litúrgica clásica hacia el este, y donde debía tener su ábside se sitúa la puerta principal con arco de medio punto y arquivolta que apoya sobre columnas con capiteles de dibujos geométricos incisos. La fachada se corona con una espadaña de un solo ojo situada sobre el hastial. La puerta lateral, abierta en el muro sur, tiene arco de medio punto con grandes dovelas. En este mismo muro se conserva una fila de canecillos bajo el tejaroz.
La ermita es de nave única dividida en dos tramos por un gran arco apuntado que arranca desde el suelo. La cubierta del templo es de madera a doble vertiente.
Mausoleo romano del siglo I d. C. y ermita tardorrománica del siglo XIII con motivos decorativos propios de un periodo de transición entre el románico y el gótico.
Muy importante era el retablo gótico existente en la ermita de San Valero y que desapareció en 1936. Fue pintado por Pedro García de Benabarre en 1480. Constaba de tres calles: la central, dedicada a San Valero, representado como un hombre mayor, con grandes barbas y la tez arrugada. Aparecía revisto con las capas episcopales, con un libro en la mano izquierda y la derecha en actitud de bendecir. Estaba acompañado por los diáconos aragoneses Vicente y Lorenzo, cada uno de ellos con los atributos de su martirio. Adornaban las calles laterales escenas de la vida del santo.